La desagradable historia de Amalia Contreras - 1ra parte

Soy buena, mala y aquello que no olvidarás nunca.

Tove Ditlevsen

Amalia Contreras era una mujer hermosa, una cabellera negra como el azabache adornaba su espalda cayendo como una cascada de aguas negrísimas sobre su espalda. Su rostro parecía porcelana nacarada y sus ojos iluminaban ese marco, los labios carnosos eran un manjar digno de ser catado. Unos senos espléndidos, retaban erguidos y orgullosos sobre su pecho la ley de gravedad. El talle de Amalia era delicado con una cintura de avispa y unas caderas generosas que invitaban a la delectación visual. Era Amalia una hembra con todas las de la ley. Los hombres no podían dejar de voltear cuando ella pasaba. Su caminar de felina le daba el toque mágico que sólo los seres más hermosos poseen.

Ella sabía todo esto y lo aprovechaba a su favor. No había hombre que no cayera bajo sus encantos y ella hacía uso de ese sortilegio personal para obtener lo que deseaba. Ni siquiera tenía que acostarse con ninguno, el sólo placer de tenerla cerca y de mostrarla era más que suficiente para que muchos, muchísimos hombres le concedieran lo que ella pidiera. Joyas, vestidos, zapatos, invitaciones a los mejores sitios, viajes a cualquier parte del mundo, no había nada que Amalia pidiera que no le fuera concedido…

Sin embargo, Amalia sufría, sufría muchísimo. Se hallaba vacía, sus joyas, sus cientos de zapatos, sus vestidos innumerables no la hacían sentir nada, en las noches, sola en su habitación amargas lágrimas bajaban por sus hermosas mejillas cayendo sobre la cama. Amalia se hallaba sola, no había nadie a quien ella dejara entrar en su vida, en su intimidad. No es que no se hubiera enamorado, tampoco se trataba de que los hombres no le hubieran hecho alguna propuesta, ni siquiera se trataba del hecho de estar o no casada o tener o no hijos, eso carecía de importancia frente al problema que carcomía las entrañas de Amalia (literalmente). En sus veintinueve años, sólo tres fueron los afortunados (o desafortunados) mortales que disfrutaron de sus voluptuosas carnes, de su apasionado y codiciado cuerpo.



Después de dos años de noviazgo, con sólo diecisiete años, Amalia decidió entregarle su inocencia a quien fuera su primer amor. Aníbal - que así se llamaba el noviecito -, estaba tan entusiasmado con lo que ocurriría que estuvo toda una semana planificándolo todo, compró flores, ropa nueva, se cortó el pelo y hasta se arregló las uñas en una peluquería. El muchacho, sólo un año mayor que Amalia quería que todo fuera perfecto, no sólo era el deseo de poseer a esa preciosa mujer, sino que un amor loco le tenía las entrañas deshechas de tanto pensar en ella.

El día del encuentro, todo fue a pedir de boca, la invitó a cenar en un pequeño restaurante en las afueras de la ciudad, comieron frugalmente, las miradas de ambos eran de ternura y deseos mezclados. Tomaron una copa de vino y luego partieron.

Aníbal había alquilado una pequeña cabaña no lejos del restaurante. Al llegar, caballerosamente Aníbal le abrió la puerta a su amada y esta se encontró con una escena que jamás podría borrarse de su memoria, una selva de flores de todo tipo y de todos los colores llenaba la habitación, entraron cerrando la puerta tras ellos. Amalia sin pensarlo mucho, loca de amor y de pasión se abalanzó sobre los brazos de su amante, uniendo ambos sus bocas en un profundo beso. Aníbal tembloroso la estrechó contra si mismo y fue en ese momento que dio inicio la tragedia de Amalia.

Una grosera y hedionda flatulencia salió del cuerpo de la hermosa virgen, impregnando el aire con un olor tan fétido que ambos tuvieron que salir de la cabaña tapando con sus manos sus bocas y narices. En su carrera, Amalia no se detuvo hasta que estuvo bien lejos, Aníbal, aún con los efectos de aquel gas, se dio cuenta muy tarde de lo que ocurría.

La buscó durante muchas horas, hasta que no pudo andar más. Preocupado y cansado, Aníbal se metió en el carro y esperó.

Un ruido despertó al muchacho. A su lado, sudada, con algunos arañazos en el rostro, y los ojos rojos e hinchados de tanto llorar estaba Amalia, quien luego de huir sin rumbo, regresó metiéndose por los montes de aquel sitio causándose el daño que afeaba su precioso rostro. Aníbal la abrazó tiernamente. Ella aún sollozaba.

El resto de esa noche, ninguno de los dos dijo nada más. Aníbal no quería que su novia se sintiera peor y ella estaba demasiado avergonzada para decir nada. La dejó en su casa y regresó a la suya. Esa fue la última vez que la vio.



La misma noche de la tragedia de aquella tragedia, luego de bañarse y arreglarse, Amalia usó todo su encanto para convencer a su padre de que en la mañana deberían viajar con la idea de que ella pudiera organizar su partida para el exterior y así dar inicio sus estudios universitarios.



Cinco años después, Amalia regresó a su casa, se había graduado con honores en la universidad y era ahora una joven mujer, hermosa, inteligente y con la ambición de querer tener al mundo a sus pies.

Después de unas pocas semanas de haber regresado a casa, Amalia logró una cita para un empleo en una compañía que asesoraba a instituciones financieras sobre inversiones en las bolsas internacionales. Ese mismo día obtuvo el empleo, su jefe, hombre avezado y con gran experiencia vio en ella no sólo la capacidad para enfrentar los retos que eran inherentes a las labores que desempeñaría sino que sin percatarse había sido hechizado por la belleza de aquella imponente mujer.

La cosas ocurrieron de la manera más natural, algunos meses después, Amalia había hecho valer su profesionalismo en la empresa logrando jugosos contratos que dejaron tambaleando a la competencia y mientras tanto Antonio, su jefe había logrado enamorarla hasta el punto de que ya hablaban de matrimonio.

Todo era perfecto en la relación. Jamás permitieron que sus asuntos personales interfirieran en el trabajo al tiempo que ambos disfrutaban de la compañía del otro cada vez que la oportunidad se los permitía. Sólo había un detalle, luego de casi seis meses de relación, aún no habían tenido intimidad, Amalia la evitaba alegando mil excusas o escudándose con cualquier pretexto. Su último recurso fue confesarse virgen (lo cual era cierto) alegando que no quería tener relaciones hasta tanto no se casaran.

Antonio caballeroso aceptó sus razones y aunque el deseo le comía el alma y el cuerpo y aunque la lujuria le permitía dormir apenas, soportó con estoicismo la prueba que el destino le ponía frente a si. Aquella maravillosa, inteligente y preciosa mujer era ya suya de alma y corazón, sólo su cuerpo esperaba para que él fuera el primero en poseerlo.

Al cumplir siete meses de relación se apareció Antonio en la casa de los padres de Amalia, allí estaban la madre de Amalia, su padre, sus dos hermanos y por supuesto la propia Amalia. Todos sabían lo que ocurriría esa noche, Antonio, el que fuera jefe de Amalia iría esa noche a pedir la mano de la mujer que amaba y quería hacerlo con el formalismo del caso. Todos estaban muy bien vestidos y la mamá de Amalia había dedicado toda la mañana a la preparación de un estofado cuya receta la había aprendido de su abuela, el señor Contreras, había reservado para la ocasión un vino exquisito el cual había encargado el mismo día que se enteró que Antonio iría a pedir la mano de su hija. Por su parte, los hermanos de Amalia, ambos menores que ella, trataban de mantener la seriedad del caso, pero sin dejar de molestar a su hermana haciéndole bromas de todo tipo. Lo cierto es que en la casa de los Contreras se respiraba un aire cargado de alegría y optimismo que convertía el ambiente en algo encantador. Era, hasta ese momento el día más importante en la vida de Amalia.

[Continuará...]

Sólo 12 hablaron pajita

Anónimo Responder | 19 enero, 2008 11:40

Definitivamente me meto profundamente en cada historia que narras, tus escritos densos y persistentes, me encantan!
Estare pdte del resto de esta historia....ya me atrapastes!

Un gran abrazo y un beso pervertidamente rico para ti y el club de fans! ;-)
PD: ya monte fotos nuevas en cuerpo entero en mi blog,pase ud a verlas!

3rn3st0 | 21 enero, 2008 14:57

Hily: Prepárate porque el resto de la historia es muy bueno, deberá estar publicado entre miércoles y jueves :-)

Sobre las perversiones, mejor dejémoslo así mira que mi cerebro camina muy rápido en esos menesteres. El Club de Fans sigue en pie de lucha en pro de tu candidatura y en cuanto a las fotos, ya estamos montando los afiches virtuales para la campaña :-)

Saludos para ti y Ricardo :-)

Najla | 21 enero, 2008 20:15

Dale rápido.... que esta historia me encantó... jejeje.

pero quiero.. necesito.. me urge ver el final....

Saludos.. Mi estimado!!! =)

Las Hijas...♣ | 21 enero, 2008 21:09

Yo tambien espero con ansias la segunda parte que espero sea tan buena como la primera, me encanto tu blog asi que me llevo un boton tuyo...
Saludos
Yaya

... | 22 enero, 2008 09:23

hola... comence a leer i me encanto tu forma de redactar... cuando iegue a la kasa sigo leiendo porq viene mi jefe =)

3rn3st0 | 22 enero, 2008 10:02

Najla: Tranquila, tranquila, mañana estará publicado :-)

Las Hijas: Bienvenidas, me alegra mucho que te gustara lo que leíste y me honra que te hayas llevado uno de mis botones. Regresa cuando lo desees :-)

...: Hay que estar pilas con el jefe, tranquila. Cuando quieras regresa, las puertas de mi casa virtual estarán siempre abiertas :-)

Mallén | 23 enero, 2008 15:12

Pero m'hijo!!!!!!!!! cómo deja la historia así, a la mitad!!!!!!!!

Saludos!

Unknown | 23 enero, 2008 15:57

Ernestoooooo Eso NO se Hace!!!!

No nos hagas esperar demasiado, vale?

Un abrazo ;)

Ricky del Norte | 23 enero, 2008 17:53

Que???, como es esto Ernesto?, como vas ha dejar esta historia sin terminarla?, me has dejado en suspenso esperando leer la continuación de la historia de Amalia!!!.
Saludos.

More | 23 enero, 2008 20:27

Bueno te escribi un comentario y no sé porque no ´se publicó.
Te decía malvado y canalla por dejarnos así.Será que a Amalia le pasa la misma desgracias 2 veces?!!!
Dios!!
Abrazos múltiples mi querido!

Venus | 23 enero, 2008 20:37

Bueno cariño nos estas haciendo esperar demasiado... propongo una huelga de hambre sino publicas pronto la segunda parte, jaja , mentiras un beso con todo el cariño...
paso luego a ver la segunda parte...

3rn3st0 | 23 enero, 2008 21:06

Mallén: No, no está a la mitad, es más o menos una tercera parte, tranquila, en poco tiempo podrás leer el resto.

CHJ: No, no los haré esperar demasiado :-)

Ricky: ¡Dios! Todos están desesperados :-)

More: Ya verás, ya verás ;-)

Lili: No, huelgas de hambre no, luego no pueden leer debido al agotamiento.

Publicar un comentario

Éste blog es una vitrina sin limitaciones, escribe aquí lo que se te ocurra decirme, lo que piensas, lo que opinas, lo que te produjo la lectura que acabas de hacer, despotrica, alaba, insulta, reflexiona... Escribe, en definitiva, lo que te venga en gana.



Me interesa lo que opines. Tienes toda la libertad para decir lo que te provoque, no creo en la censura.