La artillería del diablo
El recurso final del hombre destruido es el delito.
¡Que bolas tienes! — dijo Fausto con ojos vidriosos por el miedo. —¿Sabes qué? —respondió Eugenio mientras exhalaba una bocanada de humo— ¡Me sabe a mierda lo que pienses, lo que opines o sientas! Las vainas son como son y no hay vuelta atrás. Te comprometiste y no puedes echarte para atrás ahora que ya todo ha sido organizado. En su mano derecha brillaba un anillo de acero. El anillo era un regalo de su padre, una inscripción labrada en el metal adornaba la joya: "Cedo alteram". Eugenio sabía su significado y más aún, lo consideraba un mensaje de suerte. Sus palabras eran tajantes y sin espacio para la duda.