Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro.
Confucio
El camino era largo, sinuoso, solitario e idéntico. Aunque habían transcurrido las eras, siempre era igual. Tomaba un desvío, se detenía ahí un tiempo, casi siempre breve. Todas las veces se desnudaba de adentro hacia afuera, mostraba lo que había en su interior y luego aquello que le hacía ser quien era físicamente. Esas estadías podían ser deliciosamente apasionadas o pacíficamente satisfactorias pero independientemente de como se desarrollara su estancia en cada una de esas moradas, todas terminaban irremisiblemente con sus pies andando aquel interminable y despoblado trayecto.