La carta que no leerás

Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia.

Elie Wiesel

Posiblemente nunca leas esto, y digo posiblemente porque veo muy lejano el día en que vuelvas a leerme. Dejaste de hacerlo hace ya mucho y ni siquiera porque te lo he pedido has regresado. Te he escrito cartas, poemas, alguno que otro párrafo cortito y cientos, miles de mensajes de texto. Estos últimos los respondes cuando se tratan de banalidades, pero si te hablo de amor, la mayoría de las veces quedas callada. No sabes cuanto me duele tanta indiferencia, tu dices que no, que no es así, que es sólo que no te sale. Yo trato de entender, pero igual duele, igual queda el vacío.

Hoy, por cierto, estoy pensando en tomar una decisión. No regresaré a tu lar para leerte. He visto tantas expresiones de amor, tantas palabras de pasión, tanto corazón al aire libre, tanto de todo aquello que anhelo para mi, pero que son otros quienes lo reciben. Te he visto enternecida hasta el paroxismo cuando alguien te dice dos o tres tonterías. Yo me expreso de mil maneras, busco mil formas... Silencio, vacío, la nada. Nunca leeré una oración para mi allá en tu hogar virtual, nunca, creo yo, formaré parte de tus cariños escritos. Habrá quien me diga que me entregas más en la vida real, pero yo sólo se que deseo más, que quiero más. Soy ambicioso, lo sabes.

Por momentos siento que no podré aguantar mucho tiempo, pero entonces te veo, te oigo y mi corazón se vuelve a acelerar, la alegría regresa a mi y mi espíritu vuela gozoso. ¡Coño! Me odio por momentos ante tanta entrega, ante tanta sensiblería no correspondida. ¡Coño! A veces te odio porque no eres capaz de darme siquiera un poco de lo que yo te doy.

Las lágrimas resbalan en mi rostro, están formadas por dolor, tristeza, gozo, melancolía, anhelo, rabia, frustración, alegría... amor.

Verga carajita, que vaina me eché encima al quererte como te quiero. Pero debo decir a tu favor y al mío propio, que vale la pena quererte, vale la pena este dolor, vale la pena la espera, podría decir que hasta vale la pena mi inexistencia en tus letras. Todo, absolutamente todo vale la pena sólo por ver tu sonrisa, por sentir tus brazos alrededor de mi cuello, probar tus labios, beber de tu cuerpo, arrobarme bajo tu mirada pícara y juguetona. ¡Si!, todo vale la pena y como dijera anoche, necesitaré más de una vida para poder amarte como deseo hacerlo. Deberé pues, prepararme para buscarte en esta y en mil vidas, porque amarte es el destino de mi alma.

Sólo 4 hablaron pajita

Lilian Damarys | 20 agosto, 2011 21:56

Coñoesumadre Ernesto, tu no estas mal mi vida, estas peor! ESTAS ENAMORAO NOJODA! yo tambien y tampoco me paran bolas... oye como asi que me pierdo dos años del mundo web y tu vienes y lo cambias todo??? tu blog esta remodelado completamente y tu escribiendo de amor???? nojoda volvere a mi vida virtual, estare pendiente de ti asi que pilas pues!!!

3rn3st0 | 20 agosto, 2011 22:49

¡Que vaina tan buena es que hayas reaparecido! Se te agradece la "fidelidad". Eso de regresar dos años después y aún visitarme...

Siempre hablé de amor, lo que pasa es que ahora estoy del lado de los que gozamos un bolón con la cuestión. Antes estaba del lado de los sufridos y rencorosos ;-)

Repito, que vaina tan buena que hayas regresado. Aquí estaremos pendientes de ti. Y si, cambié el blog, aún lo sigo remodelando, quiero hacerlo más "yo", como era antes.

Un beso, cuídate =)

More | 21 noviembre, 2011 10:47

Cónchale, espero que la destinataria de esta carta la haya leído y que ese amor que sientes por ella no se pierda, querido amigo.
¡Amén!
Un abrazo.

3rn3st0 | 22 noviembre, 2011 11:47

More: El título es real, es literalmente real. Ella no leerá esta carta. No hay mucho más que agregar.

Me alegra que pases por aquí otra vez, hacía mucho que no se te veía la cara por estos lares.

¡Bienvenida otra vez! :-)

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