La artillería del diablo
El recurso final del hombre destruido es el delito.
¡Que bolas tienes! — dijo Fausto con ojos vidriosos por el miedo. —¿Sabes qué? —respondió Eugenio mientras exhalaba una bocanada de humo— ¡Me sabe a mierda lo que pienses, lo que opines o sientas! Las vainas son como son y no hay vuelta atrás. Te comprometiste y no puedes echarte para atrás ahora que ya todo ha sido organizado. En su mano derecha brillaba un anillo de acero. El anillo era un regalo de su padre, una inscripción labrada en el metal adornaba la joya: "Cedo alteram". Eugenio sabía su significado y más aún, lo consideraba un mensaje de suerte. Sus palabras eran tajantes y sin espacio para la duda.—¡Coño, pero eso no fue lo que me dijeron!…
—¡A ti un coño compadre, o si o si! No me vengas con vainas. Tú sabías donde te estabas metiendo cuando aceptaste el negocio. Nadie te obligó y si ahora quieres retirarte, me pondrás en una posición que no deseo tener.
La última frase de Eugenio era severa y triste a un tiempo. Se notaba, en todo caso, que estaba dispuesto a lo que fuera.
—Coño Eugenio, amigo, nos conocemos de toda la vida…
—¡Precisamente por eso compadre, me conoces y sabes que haré lo que debo hacer! Eres mi amigo, mi hermano, pero te metiste en este peo y sabías como podía terminar todo. Lo sabías, te lo dije mil veces.
—Si, si… lo sé —Fausto se sabía vencido, estaba al tanto de lo que ocurriría si no aceptaba lo que iba a ocurrir. Lo peor es que estaba consciente de que su amigo, su hermano, su compadre de toda la vida no dudaría para completar el trabajo.— ¿mis hijos estarán bien verdad?— Era una pregunta estúpida. Jamás, nunca jamás ninguno de sus familiares estarían seguros, lo sabía desde el principio, lo sabía incluso antes de haberse involucrado. Nadie que estuviera dentro podía salir, tampoco aquellos que fueran parte de su vida.
—Claro que estarán bien, —mintió Eugenio— sabes que no dejaría que les pasara nada. Los dos sabían que esa última frase era sólo protocolo.
El último lanzó la colilla aún encendida en el suelo y luego la pisó. ...el macabro hallazgo fue hecho por unos niños que jugaban en el parque...Tomó del brazo a su amigo y ambos salieron de la pequeña habitación. Seis hombres esperaban fuera.
—¡Háblame “Ginio”! —gritó uno.
—¡Se callan la jeta todos! ¡Este peo lo resolvemos el compadre y yo! ¡Al que se meta me lo tiro! ¿Ta’claro Jairo?
—Tranquilo jefe —una sonrisa sádica adornaba la frase— uste’manda.
—¡Mueve ese culo “Favo”, muévelo que no tengo tiempo!
Los dos hombres salieron de la casa.
Esta mañana fue encontrado el cadáver de un hombre sin identificación, el macabro hallazgo fue hecho por unos niños que jugaban en el parque municipal. El cuerpo se hallaba decapitado y la cabeza reposaba sobre la espalda del occiso. Debajo de la boca había un cartel que decía: Los pajúos se huelen el culo. Oficiales del cuerpo de policía declararon que era un trabajo ejecutado por la agrupación delictiva conocida como "La artillería del diablo"...
—Esta mañana vi el periódico “Ginio”, veo que hiciste el trabajo sin problemas.
—Era mi compadre…
—¿Hay algo de lo que quieras quejarte?
—No jefe, es sólo que quiero pedirle algo.
—Tú dirás, te lo has ganado.
—Claudia, la mujer del compadre, los carajitos… yo…
—¿Tú qué? “Ginio”, ¿tú qué?...
—No puedo hacerlo…
—Tranquilo hombre, eso lo resolvemos aquí…
Tragedia en el barrio Colón, después de un incendio que consumió alrededor de quince ranchos, la ciudadana Claudia Alejandra Pérez, de 25 años fue identificada entre los cadáveres. Otros cuatro cuerpos fueron localizados, entre ellos los de tres niños de entre dos y ocho años según indicaron los funcionarios del cuerpo de bomberos. El último cuerpo es desconocido. Se supo que éste último llevaba un anillo de acero con una inscripción aún ilegible...
No hay nadie en casa
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